Queridos amigos,

Anoche, como otras muchas noches, no podía conciliar el sueño. A última hora de la tarde me llama un chico que conozco, que quiere verme sea la hora que sea; casi no acertaba a decirme lo que quería.

Aunque era tarde (5:30 pm) y sábado, le dije que viniese y apareció a las 6 pm. Hace unos tres meses que no nos veíamos y me costo reconocerle... delgado, pálido... parecía un señor de 70 años, aunque sólo tiene 41. Disimulé para no hacer ninguna expresión de asombro y sin perder tiempo entró en tema: “Hace un mes me encontré mal y fui a un médico privado para que me hiciera un test de VIH que salió positivo. Además, hace un tiempo que me salieron estas manchas negras en ambos pies y me han dicho que es cáncer... Estoy confundido, no se como reponerme y he pensado venir a verte.”

Aunque es un amigo de hace tiempo, aunque humanamente hablando era un caso más de los muchos que veo al día... volví a sentirme mal, a no saber que decirle; volví a decir mentiras, “no te preocupes, te vas a poner bien, intenta querer vivir, no pienses, etc”. Sentí ganas de abrazarle, y cuando nos despedimos le abracé.

Aceptó seguir todos los tests y empezar una terapia doble: para el SIDA, retrovirales y para el cáncer, quimioterapia. Al principio me dijo que era imposible, que su salario no le daba para curarse a él y a su familia y que optaba por cuidar de su familia el tiempo que pudiera.

Ese mismo día me habían llamado de Madrid diciéndome que habíais acordado ingresar el dinero para poder seguir pagando los retrovirales. Después que habló y manifestó todo su dolor, vergüenza, miedo, etc. le dije que el tratamiento sería “free” (gratis en inglés), que no pagaría nada y que su estado iba a mejorar muchísimo. Dejo aquí este relato verídico.

Como empecé diciendo, no pude reconciliar el sueño. Pensaba en tantos como él que no tienen amigos, que no saben dónde ir o cómo empezar, o que no hemos tenido fondos y les hemos dicho que esperen o que vuelvan, ... y pensé que Dios no debe dormir ninguna noche, cuando mira y ve a tantos como este humano que no tienen tratamientos o amigos, cuando ve a tanta gente muriendo sin haber llegado a la edad adulta o a la madurez, a tanto niño huérfano, ...cuando mira por otros agujeros y ve lo que se gasta innecesariamente, lo que se va a despilfarrar en las próximas Navidades.

Estoy segura que piensa como yo y que con sólo separar de los gastos superfluos uno o dos euros, sería suficiente para curar a tanto hermano nuestro que silenciosamente, sin una cama o una mano amiga, muere cada día.

No dudo de que Dios no puede dormir, como tampoco yo puedo dormir.

Ojalá haya muchos que no puedan dormir, y al llegar la madrugada decidan hacer algo por los que no duermen por el dolor físico o psicológico.

Gracias a todos por vuestra colaboración para ellos.

Brígida